jueves, 25 de mayo de 2017

Produccion de Leche en caprinos






La leche de cabra tiene una gran aceptación entre los panameños; por lo que ya existen en la cadena de comercialización nacional. Siendo estos productos más saludables y nutritivos que los consumidos tradicionalmente en Panamá.
La unidad y organización de los productores ovino-caprinos, quienes se apoyan mutuamente en la transferencia de conocimientos y técnicas, es una ventaja tanto para la producción de la materia prima, como para la industrialización y comercialización de la misma.
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El Cuidado de la Ubre es fundamental a la hora del parto de las Cabras.
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La cría de  caprinos ha ido en incremento. Sin embargo, a pesar de que existe un mercado local para comercializar los productos derivados de las cabras como leche, yogur y queso, la actividad es considerada por los productores como netamente artesanal y un mercado aún por explotar.


Cría de Cabras, una Alternativa Económica
        
Es importante resaltar que las especies caprinas son de gran beneficio:
tanto en la producción de leche como en la producción de carne.
Por lo tanto trae un gran beneficio para los pequeños productores, ya que pueden comercializar ambos productos.
Teniendo en cuenta que la producción esta a
El litro de leche de ovejas se encuentra entre $2.50 a $3.00, Datos recolectados de productores de Chiriquí específicamente  Finca en Potrerillos. A pesar de ser mucho más costosa, la leche de cabra importada cubre la carencia de la producción nacional de este producto.



Los Sistemas de Producción
En el ganado caprino de aptitud preferente leche cabe distinguir, al menos inicialmente, y desde una perspectiva conceptual, tres tipos de sistemas de producción:
El sistema tradicional o ancestral.
El sistema extensivo (que, como se comentará más adelante, es el heredero directo del método tradicional).
El sistema semi extensivo o en proceso de intensificación.
No cabe duda de que, para un porcentaje elevado de los actuales ganaderos de caprino de leche (más del 60 por 100), es difícil encontrar suficientes motivaciones (sus descendientes no van a continuar con la actividad) para realizar el esfuerzo profesional y afrontar la inversión financiera, necesarios para modernizar sus explotaciones. 
  • El sistema tradicional (ST)


Este sistema, que también se podría definir como el «ancestral», se caracterizaban, fundamentalmente, por las siguientes premisas:
Rebaños pequeños e, incluso, muy pequeños.
Mano de obra exclusivamente familiar.
Ordeño a mano (1 ó 2 veces al día).
Venta diaria de la leche cruda a particulares.
Pastoreo diario, sin recibir complemento alimenticio alguno.
Habitualmente, los machos permanecían siempre en el rebaño con las hembras. Con el fin de evitar cubriciones en épocas no deseadas (función, normalmente, de la realidad y de las previsiones del precio de la leche) se utilizaba, en ocasiones, el mandil (con todos los inconvenientes que ello suponía para los machos).
Las consecuencias directas de la aplicación de esta técnica eran dos:
· Un número de partos por cabra reproductora y año muy variable, según zonas y explotaciones.
· Un descontrol cuasi absoluto de las cubriciones.
Excepto en el caso de la reposición, los cabritos no salían a pastar con el rebaño de reproductores. Se quedaba en el aprisco, mamaban por la noches y luego se vendían al carnicero con 1-2 meses de edad.
Los alojamientos y las instalaciones, cuando existían, eran muy antiguos, inadecuados y, en consecuencia, muy poco operativos.
A nivel sanitario, las actuaciones en este sistema eran prácticamente ine­xistentes la cual daba lugar, entre otras cosas, a:
· Mortalidades elevadas.
· Bajas productividades.
Desde una perspectiva práctica se puede considerar, como ya se ha indicado, que este sistema, excepto en casos muy particulares, ha dado paso al sistema extensivo.
  • El sistema extensivo (SE)


Las diferencias fundamentales entre estos sistemas son dos:
La leche, al no poderse vender directamente a particulares, se recoge en la granja y se destina (excepto la correspondiente al autoconsumo) a la pro­ducción de queso (pudiéndose tratar de producción artesanal o industrial).
A nivel sanitario el rebaño es controlado a través de las campañas sanita­rias establecidas y que son de obligado cumplimiento.
No obstante, el sistema extensivo, al igual como ocurría con el tradicional, sigue adoleciendo de una manifiesta falta de tecnificación y, en consecuencia, sus índices productivos son bajos. A pesar de ello, muchas de estos ganaderos, a causa de:
La percepción de la prima comunitaria.
La no aplicación de un modelo contable real, creen que ganan dinero cuando, en realidad no siempre es así. En bastantes casos, y lo afirmamos en base a nuestra propia experiencia profesional, lo único que con­sigue el cabrero, precisamente gracias a la prima, es cubrir sus gastos variables y una pequeña parte de los fijos (parte que el ganadero considera como beneficios sin darse cuenta de que lo único que consigue es irse descapitalizando).
El sistema semi-intensivo (SSI o SVI)
Este sistema al que Falagán ( 1994) también denominó «sistemas en vías de intensificación» se puede caracterizar, al menos inicialmente, por:
La aplicación de nuevas tecnologías como pueden ser:
El ordeño mecánico.
La inseminación artificial.
La utilización de medios de producción tecnológicamente avanzados:
Tanque frigorífico.
Alojamientos adecuados.
Instalaciones funcionales.
Concentrar las cubriciones en primavera y tener como objetivo 1 parto/reproductora y año.
Formar parte de una Asociación para la mejora genética.
Aplicar programas de control y mejora sanitaria, etc.
Como es lógico, en función del grado de tecnificación que cada explotación asuma, ésta se encontrará más cerca del sistema extensivo o más cerca de un modelo intensivo.
  • El sistema intensivo
La intensificación máxima comporta la estabulación permanente con manejo individual o por lotes, de las cabras. La rentabilidad de este modelo (que es una rea­lidad en explotaciones alemanas y suizas, y que nosotros también hemos aplicado en Canarias vinculándola a una explotación de alfalfa en regadío y trabajando con fór­mulas abiertas de pienso), es enormemente dependiente de:
El tamaño de la explotación (se requieren explotaciones grandes para poder aplicar la economía de escala).
La bondad de los indicios técnicos.
El coste de los principales factores de input (especialmente los ligados a la alimentación ya la sanidad).
El precio de la leche (y, en menor medida, del cabrito).
La cuantía de la prima.
De acuerdo con nuestros cálculos, actualmente, para que una explotación caprina de leche intensiva pueda ser realmente rentable debe disponer, inicial­mente, de más de 300 cabezas con una producción media, por cabeza presente superior a los 400 litros (en este sentido no se puede olvidar que en la mayoría de nuestros rebaños las producciones no superan los 300 litros/cabra y año; la media nacional está alrededor de los 250-260 litros/cabeza y año.
A pesar de estas limitaciones estamos convencidos de que cuando el «tejido industrial» que debe acompañar a esta producción se consolide y la comercializa­ción se ordene (a imagen y semejanza de lo que sucede en Francia), las explotacio­nes de corte intensivo, en zonas muy concretas, sustituyendo, por ejemplo, a las de vacuno de leche, podrán tener un futuro realmente positivo dado que:
La cabra es, por unidad de peso vivo, manifiestamente más eficiente y efi­caz, que la vaca en lo que a la producción de leche se refiere.
Las explotaciones intensivas pueden incorporar la tecnología necesaria para garantizar, al menos a priori, la calidad de sus producciones.
Es en las explotaciones intensivas donde mejor se puede llevar a cabo una correcta gestión de costes. Ello puede suponer permitir, en una situación adecuada de los factores de input, optimizar la relación coste/calidad en las producciones.
No obstante, hay que insistir en ello, el sistema intensivo sólo puede ser válido en circunstancias muy determinadas.
Evidentemente la posible validez del sistema intensivo no invalida el hecho de que, actualmente, en muchas zonas donde el ganado caprino está o estaría adecua­damente ubicado se le esté considerando, con una gran lógica, como un factor de primer orden en la lucha contra la erosión y la conservación de la vegetación natu­ral por medio del pastoreo. No hay que olvidar que con esta acción se reduce, o se puede reducir de forma muy, significativa el material inflamable con lo cual se dis­minuye el riesgo de incendios.
Las posibilidades prácticas que ofrece, al menos a prioridad, el ganado caprino son muy amplias y van desde un modelo razonablemente extensivo a un sistema realmente intensivo.



















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